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El equilibrio perfecto de frutas bañadas por azúcar y vainilla dando un toque sensual nada pesado ni empalagoso. En mí no queda atalcado y los cítricos se evaporan dejando una frambuesa juguetona sumergida en un dulce lácteo.
Femenino y sedoso. Aunque está inspirado en el diamante, también evoca la ternura del amor verdadero. Almaz, ya no puedo vivir sin ti.